La percepción ocurre en el contexto dinámico de la interacción, no
en un vacío social. Percepción social e interacción son inseparables. Por ello,
no es de extrañar que, a la hora de indagar los factores que influyen en este
proceso, muchas investigaciones en este campo hayan optado por considerar los
tres elementos de la interacción, en concreto, el perceptor, la persona
percibida y el contenido de la percepción.
Factores
asociados al perceptor
En los primeros estudios, cronológicamente hablando, sobre percepción,
importaba sobre todo la exactitud del perceptor, su capacidad a la hora de
conseguir que sus percepciones se ajustasen a la realidad. Con el paso del
tiempo, este énfasis en la exactitud desapareció. En su lugar fue adquiriendo
fuerza la idea de que las metas, objetivos y motivaciones del perceptor, así
como las situaciones en las que se encuentra, influyen de una manera decisiva
en el resultado de la percepción. Otros factores del perceptor que se han
tenido en cuenta en las investigaciones han sido la familiaridad, el valor del
estímulo, su significado emocional y el grado de experiencia con el estímulo.
Factores
asociados a la persona percibida.
La persona percibida, en su calidad de participante en la
interacción, desempeña un papel activo en el proceso perceptivo. Con la
expresión “manejo de impresión” se alude, precisamente, a los intentos de las
personas que se saben observadas para alterar a su favor el resultado del
proceso perceptivo. Las estrategias de “manejo de la impresión” son muy numerosas.
Entre las mas importantes se pueden citar el congraciamiento y la intimidación,
dirigidas a influir de manera directa en la persona que percibe.
El primero lo hace a través de intentos de ensalzamiento del otro
y la segunda por medio de amenazas y coacciones. En una categoría parecida a la
intimidación habría que ubicar los intentos por movilizar los sentimientos de
culpa, o de obligación moral, del perceptor, con vistas a conseguir que su
percepción acabe siendo más favorable. Pero la persona percibida puede optar
por presentarse bajo una luz más favorable, a través de intentos de
ensalzamiento de las buenas cualidades (el autoensalzamiento) Es una motivación
muy fuerte, sobre todo en las personas pertenecientes culturas individualistas.
A veces, ello se consigue por medio de la auto atribución de los logros de
alguien con quien la personase siente identificada, por ejemplo, un equipo
deportivo o una celebridad del mundo del espectáculo.
Factores
relativos al contenido de la percepción.
En la interacción, además de las dos (o más) personas que interactúan,
conviene tener en cuenta el objeto de la interacción, ya que ésta tiene
necesariamente algún contenido concreto. Dado que percepción e interacción van
siempre unidas, lo que se dice para la segunda se aplica a la primera.
Una de
las características del contenido de la percepción que han estudiado los
psicólogos sociales es el efecto del orden en que se presentan los distintos
elementos que describen a una persona. Este efecto tiene un carácter muy
intuitivo. De hecho, en las campañas políticas, el orden de aparición de los
candidatos en televisión para explicar su programa suele ser objeto de
negociación entre ellos. En el caso de la percepción, la pregunta relevante es en
qué medida influye el que un rasgo aparezca al principio o al final de la serie
de rasgos que describen a una persona. Si la influencia de los que aparecen al
principio es mayor, se habla de un efecto de primacía, mientras que el efecto
es de crecencia si la mayor influencia la ejercen los que aparecen al final.
Tanto el modelo de la tendencia relacional, propuesto por Asch, como los de
combinación lineal, formulados por Anderson, pueden explicar el efecto de
primacía. Para Asch, el primer rasgo «sesga» o marca de alguna forma todos los
que vienen a continuación, que se van a interpretar a su luz. Anderson, por su
parte, alega que el primer rasgo tiene un peso mayor que los que le siguen en
la serie. La investigación empírica ha puesto de manifiesto que, para que se dé
el efecto de primacía, los rasgos que aparecen en primer lugar deben poseer
algunas características especiales. Entre ellas cabe citar las siguientes:
mayor claridad que el resto de los rasgos, mayor concreción, mayor relevancia
para la interacción en la que se insertan, o para el juicio o juicios que tiene
que realizar el perceptor y, por último, mayor capacidad para conseguir que el
perceptor se implique en el proceso.
Ahora bien, como siempre se va a intentar conseguir una
interacción fluida, el perceptor se fijará en aquel aspecto que considere más
eficaz en cada momento. La apariencia física es muy útil para determinar la
categoría social de la persona (un hombre anciano, por ejemplo), pero tal vez
no lo es en la misma medida para adivinar su estado emocional o sus
intenciones, que podremos detectar mejor a través de su conducta no verbal. En
cuanto a los rasgos de personalidad, en la cultura occidental desempeñan un
papel muy importante en la percepción social y en la impresión que la gente se
forma de los demás, ya que en dicha cultura está muy extendida la creencia de
que de los rasgos de una persona depende su conducta futura, a la inversa, que
de su conducta pueden inferirse sus rasgos. Los rasgos, por tanto, adquieren
una importancia crucial cuando se pretende entablar una relación duradera con
alguien. De ahí que hayan sido el elemento clave en la investigación
psicosocial sobre formación de impresiones.
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