Un concepto
fundamental para entender la influencia de la motivación en los procesos
cognitivos es el de metas.
Las metas
influyen en qué creencias y reglas aplicamos al hacer juicios y también en
cuánto tiempo y esfuerzo dedicamos a hacerlos. Como resultado, personas con
diferentes metas pueden llegar a hacer juicios muy distintos, y una misma
persona puede sacar conclusiones diferentes de la misma información según
cambian las metas. Kruglanski (1980) propone una clasificación de las
metas según su efecto en la cognición, distinguiendo entre metas de precisión y
metas de dirección. Las primeras nos motivan para llegar a la conclusión más
acertada posible, sea la que sea para lo cual invertimos mayor esfuerzo al hacer
los juicios, nuestro razonamiento se vuelve más complejo y elaborado, y nos
preocupamos más por buscar las mejores estrategias.
Una vez tomada la decisión, lo que
nos interesa es ponerla en práctica (por centrado en la implementación), y aquí
entran las metas de dirección, que motivan para llegar a una determinada
conclusión, normalmente la que más conviene.
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